Tomado de la Constitución de
la Iglesia Nacional Presbiteriana de México A. R.
Capítulo 1
LA IGLESIA SU NATURALEZA Y
SU MISIÓN
Creemos que la Iglesia es de
origen divino porque fue establecida por nuestro Señor Jesucristo, está
dirigida por Él y él mismo es la Cabeza; y por el Espíritu Santo quien la
dirige, preside y gobierna (Mt. 16: 18; Hch. 2: 47). Su vida depende del Autor
de la vida que es Cristo (Hch. 20: 28), así que existe por el mandato expreso
de Dios.
La verdadera Iglesia está
formada por todos los creyentes elegidos en Jesucristo en todos los lugares del
mundo, hombres y mujeres regenerados y convertidos por el poder del Espíritu
Santo, quienes, en compañía de sus hijos, se reúnen y viven bajo el dominio y
autoridad de Cristo. (Ro. 8: 28-30; 1ª. Co. 1: 2,24; 2ª. Co. 6:1; Ef. 1:20-23, 5:24-27;
Ap. 17:14).
Es a esta Iglesia, de
acuerdo con las Escrituras a la que pertenecen los títulos de honor en el
presente y las promesas de un futuro glorioso. Es “el Cuerpo de Cristo”, “la
Esposa del Cordero”, “el rebaño de Cristo” “la comunidad de fe”, “el edificio
de Dios”, labranza (o sembradío) de Dios y “el templo del Espíritu Santo”.
Esta Iglesia también es
“linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios”,
“sal de la tierra” y “luz del mundo”. La promesa de Cristo es que estará con
ella siempre, (y que no podrá ser vencida jamás). (Mt. 28:20; Ap. 19:7-9, Ef.
5:23-27; Hch. 20:28; 1ª. Cor. 3:9).
Esta Iglesia, de acuerdo con
nuestra teología reformada, laconcebimos como visible, que es la Iglesia
militante y que se hace manifiesta al mundo en forma concreta en el espacio y
en el tiempo.
Por otra parte, también es
invisible, constituida por aquellos creyentes que solamente conoce el Señor y
la compañía de los redimidos que gozan de la presencia del Señor en los cielos;
pero es una sola, santa, apostólica y universal.
Nadie puede destruirla,
aunque sus miembros sean perseguidos; pero la Iglesia como tal no se
extinguirá; es como la zarza ardiente que no se consume (Ex. 3:2). No depende
de formas externas sino de la presencia de Jesucristo y del poder del Espíritu
Santo. (Mt. 28:20; Ef. 2:20-22).
En su forma invisible, se
compone de todo el número de los elegidos que han sido, son y serán reunidos en
uno bajo Cristo, quien es la Cabeza.
La Iglesia es el Cuerpo de
Cristo, la Esposa, «la plenitud de aquél que llena todo en todo» (Ef. 1:23). A
esta Iglesia el Señor pide sincera santidad de sus miembros, quienes son
llamados a ser santos en vida y hechos, conforme a la imagen de Cristo, y
ningún no creyente puede en verdad pertenecer a ella (1ª. Cor. 1:30: 3:16;
6:11; Ef. 2:3-8; Col. 1: 21; 2:10 y 1ª. Pe. 2:9).
Esta es la única Iglesia que
es verdaderamente universal. Sus miembros se hallan esparcidos por todas partes
del mundo, donde el evangelio es predicado, creído y recibido.
La Iglesia visible, que
también es universal, se compone de todos aquellos que por todo el mundo
confiesan por fe a Jesucristo como su Señor y Salvador.
Esta Iglesia es parte
integral del Reino de Dios, es la Casa y Familia de Dios por medio de la cual,
los hombres son salvos. Fuera de ella no hay posibilidad ordinaria de
salvación. A ella ha dado Cristo el Ministerio, las Santas Escrituras y los sacramentos,
para reunir y perfeccionar a los santos en esta vida presente y hasta el fin
del mundo.
Esta Iglesia es llamada y
comisionada para continuar la Obra de Cristo en la tierra.
Por ello, afirmamos que las
señales de la Iglesia visible son, «dondequiera que veamos predicar sinceramente
la Palabra de Dios y administrar los sacramentos conforme a la institución de Jesucristo,
no dudamos que hay allí Iglesia». (Calvino, Institución de la Religión
Cristiana, Libro IV, Cap. I párrafo 9.).
“Las marcas por las cuales
la Iglesia verdadera es reconocida son estas: si en ella se predica la doctrina
pura del evangelio; se administran los sacramentos instituidos por Cristo; si
la disciplina eclesiástica se ejerce para corregir el pecado» Confesión de Fe
Belga, (Cápitulo 20) Los que forman esta Iglesia son una comunidad misionera,
comunidad de testigos de Jesucristo; su misión es la proclamación en palabras y
hechos de lo que Dios hace en el mundo por medio de Jesucristo, para manifestar
su gloria y para dar a conocer las inescrutables riquezas de su amor. (Mt.
28:19-20; 2ª. Co.5:18-19; 1ª. P. 2: 9; Hch. 12:2b,3b; 2ª. Co. 2:15).
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